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Postales sonoras (ejercicios para reconstruir el ocaso)

by látigx

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1.
6 de julio de 2020. 14.32 Miro la imagen del cielo y todas las cosas que me despierta. Me gusta mirar el cielo desde una punta donde se puede ver en el río de Corrientes que se abre. Hay una parte de otro río que se abre en dos caminos. Y siempre de ese lado el cielo tiene luz aunque sea el día más cerrado y más nublado. Y también se refleja en el río. Me gustan los cielos donde siempre se ve la luz. El saber que las nubes son pasajeras, y que ese brillo nos ilumina siempre.
2.
11 de agosto de 2020. 12:27 Hace más de diez meses que no veo el Paraná. Hace más de diez meses que no camino por la costa, que no como un chipá mbocá. Lo pienso desde acá y extraño tanto los lapachos. El ruido del río, la arena en los pies. Diez meses que parecen un montón de tiempo, y más desde acá… Donde todo es tan diferente. Donde el atardecer es muy corto. Es demasiado efímero. El sol se va tan rápido que no lo puedo encontrar. Todo lo contrario a lo que pasa en el Paraná. El sol está ahí y te espera, a que te sientes, que armes uno, que te tomes unos teres. Y que lo veas, y que lo despidas y que agradezcas. Agradezco años y años de atardeceres en el Paraná y sólo espero que vuelvan pronto.
3.
13 de julio de 2020. 15:45 Esta foto la tomé ayer, domingo desde mi ventana. Esa cúpula que ves ahí es de la Iglesia San Juan Bautista. Y es la imagen que tuve todos estos atardeceres que tuve que estar encerrada acá en mi casa sola. Ayer que fue domingo, día complicado para los que vivimos solos, que siempre nos agarra la nostalgia y la tristeza por la soledad, justo ayer vi que estaba todo de color rojo el ocaso, con nubes entonces decidí tomar una foto porque esta foto más o menos se me repite, se me repitió durante estos últimos meses esta foto. Tengo muchas fotos de este tipo, tomadas desde la ventana del departamento. Y te quería mostrar porque esa es mi postal de todos estos meses que me la pasé encerrada, sola, acá en el departamento lejos de todo y de todos.
4.
5 de julio de 2020. 18:18 Estoy acá, mirando este cielo celeste que está invadido por unas nubecitas que me parecen preciosas, pero si te digo la verdad, me fastidia un poco que justo se vienen a colocar en el lugar en el que tiene que aparecer la estrella que es mi papá. Así que las miro, las contemplo, las disfruto y digo “¡qué bonitas son! Pero… ¿se podrían correr un poco?” Este atardecer de invierno, así, bien agradable, después de unas mandarinas y con ese olor que queda en las manos que uno dice “uh, me comí unas mandarinas”, lo va a saber todo el mundo. Pero es domingo y está bien. Así que hago mi esfuerzo para que se vayan las nubecitas y me dejen ver un poquito de la estrella, capaz suceda.
5.
6 de julio de 2020. 18:29 Son las seis y media y acá en Santa Ana lentamente empieza a bajar el sol. La verdad es que hoy está nublado pero habitualmente a esta hora suele haber bandadas de pájaros que cruzan el cielo y que son muy, muy bellas. Hacen líneas muy apacibles, arabescos, son muy hermosas. Hoy no las veo. También el atardecer es la hora en la que empiezan a sentirse perfumes. En primavera las madreselvas pero ahora parece que no sé, es olor a pasto, olor a quemas que por ahí aparecen y los mosquitos por supuesto. En verano, en primavera, en otoño, los mosquitos. También es la hora del balance, es como una hora en la que miro hacia atrás y digo “ufff, hoy no hice nada” o ya llegó la noche y me faltan un montón de cosas por hacer, o, qué sé yo, estoy agotada porque fue un día productivo y fue un día hermoso. Casi siempre la puesta del sol es la hora de la cervecita, la hora del aperitivo, la hora de los maníes. Y ahora en cuarentena es una hora que yo generalmente disfrutaba más, pero es la hora del zoom, de la charla, de la virtualidad y la que me aleja de toda esta naturaleza maravillosa. Así que, bueno, voy a entrar a la casa a conectarme con el mundo virtual, tristemente.
6.
17 de julio de 2020. 22:05 Acá estamos viendo un atardecer increíble. Un contraste de la ciudad, como toda oscura. Los recortes de los edificios en sombra y arriba un cielo super naranja que se va poniendo con tonos más cálidos hacia arriba hasta transformarse en unos tonos medio celestes y más hacia arriba en unos turquesas zarpados. Decía que esto es como un espectáculo que dura muy poco tiempo. Hay que estar atento y hay que estar en el momento justo mirando el cielo en Corrientes. Yo no me imagino lo que debe ser la gente en el campo cómo ve esto. A mi los atardeceres de Corrientes verdaderamente me cautivan porque yo me doy cuenta de que hay infinitos paisajes en un espacio, como en unos kilometrajes tan reducidos que no te podes imaginar que vas a ver tantos atardeceres diferentes, todos los días uno diferente y re intenso. Yo no puedo creer que la gente pague para ir a ver las auroras boreales, tanta plata para ir a Noruega y ejercitar sus cámaras, y nunca vinieron acá a ver esto. O sea, porque no estoy exagerando boluda. No, no estás exagerando. Yo creo que no está instaurada la práctica de ver el atardecer, realmente contemplar. Y aparte otra cosa muy importante: de sentir lo que se siente cuando uno está viendo semejante intensidad.
7.
14 de julio de 2020. 17:32 Bueno mi atardecer es un pueblo de Corrientes donde no hay río sino laguna y en realidad cada vez que veo atardecer aquí pienso en los atardeceres de otros lugares que me gustaban particularmente. Un atardecer en Corrientes o en Paso de la Patria, a orillas del río. Porque ver la línea de horizonte de la costa chaqueña en ambos lugares me gusta. Ese color fuego del sol entrando al agua, al horizonte, me gusta. Me gusta mucho la idea de orilla, la idea de borde. Y siempre me pregunto dónde está. ¿Cuál es el borde?, ¿cuál es la orilla?, ¿de qué? Me interesa esa delimitación siempre. Me atrae, siempre me atrajo eso. Me atrae mucho la lentitud de la tarde, de esa agua acostada que parece quieta y que no lo está. Se mueve y lo podemos ver en los veriles, cuando sopla apenas un vientito y en el veril del río vemos que parece quieta pero no está quieta. Es decir esta idea de la movilidad y la inmovilidad y de la lentitud es lo que me encanta a mi de esos atardeceres en Corrientes y Paso Patria. Me interesa mucho el color, el movimiento lento del color rojo del atardecer, me gusta. Hay un poeta nuestro que dice que es “apuñalado por la tarde muere el sol”. Y eso es lo que a mi me gusta. Y me interesan mucho también las orillas sonoras que nos permite esto. Ahora, cuando estoy contando esto hay en el pueblo ese sonido que interrumpe un poco, la de los pájaros, que aquí está lleno de loros y de palomas y de chiflones. Y en la orilla hay otros rumores. Fundamentalmente, también una cuestión de límite sonoro son los pocos autos que pasan en la calle, por un lado y por otro en la orilla del río, en la costa, el leve rumor del agua que pasa. Eso es lo que a mi me gusta y me emociona del atardecer y particularmente en estos dos lugares.
8.
15 de julio de 2020. 23:15 Yo miro mucho, muchos atardeceres porque se manifiesta en ese momento el niño que borda, y a mi me encanta mucho que eso suceda. El momento me remite mucho a mi infancia, a descubrir los colores en el cielo. Porque en mi Sauce natal en mi infancia era una de las actividades del día ver el atardecer y retomar esa costumbre está bueno. Y todos son mis favoritos. En Sauce el atardecer era sobre el monte y espinillar. Y ahora por ejemplo sobre el Río Paraná o sobre el Santa Lucía, Riachuelo. Alguna que otra laguna de las zonas éstas que estoy visitando en estos últimos tiempos. Está bueno, mi vieja por ejemplo, pinta. Pinta naturaleza y sabe que a mi me gustan los atardeceres entonces me pinta atardeceres y me encanta, me encanta.
9.
13 de julio de 2020. 20:52 El atardecer más lindo que vi lo vi cuando tenía 18 años en Corrientes, de siesta, en verano. De esos calores infernales y un sol rajante. Me acuerdo que con una amiga habíamos dicho para ir a nadar a la laguna de Santa Ana. Entonces fuimos pedaleando con las bicicletas, apenas habíamos llegado (me acuerdo porque fue increíblemente cansador). Pero a la vuelta me dice para ver el atardecer. Entonces paramos en el medio de la ruta, dejamos nuestras bicicletas sobre una palmera, me acuerdo, y nos sentamos tipo indio. Yo me acuerdo que en ese momento para mi estaba siendo maravilloso. Después de nadar con el cuerpo fresco, el paisaje, que era hermosísimo, entre rojizo y amarillento y también te teñía la piel, y la piel de ella. Y entre el sonido de los autos atrás nuestro, que pasaban en la ruta (y además porque era el último verano que compartía con ella porque se mudaba de provincia. Entonces como anticipando una nostalgia, le digo: acordemos que dentro de diez años nos encontramos en el mismo lugar, a esta misma hora a ver el atardecer.
10.
12 de julio de 2020. 00:04 Antes que nada, puedo entender por qué capaz estás con la necesidad de escuchar impresiones del atardecer. Y me animo a decir que puedo porque me acuerdo mucho que cuando me fui de acá, más pasaba el tiempo y más se me hacían presentes esos atardeceres. Y podía ver miles de otros atardeceres muy hermosos pero, no sé por qué no tenían la misma impresión. Tenían algo maravilloso pero no… de alguna forma me evocaban siempre al atardecer de acá, del río, esa imagen como penetrada en mi inconsciente. Y me acuerdo mucho que cuando volví diez años después, en un colectivo en la ruta, vi amanecer. Vi el amanecer y era algo a lo que no le prestaba tanta atención. Y sin embargo era como el mismo sol, o el mismo amanecer. Y lloré un montón, no sé cómo explicarte, en el colectivo. Así que puedo entender eso. Todo lo que significa un atardecer o un amanecer. Bueno y por otro lado te contaba esta que hace un tiempo a Agus le empecé a mandar cartas filmadas que le dicen y ella también. Y la primera que le mandé fue un gran atardecer justamente que vi también desde un colectivo de línea, correntino, yendo a laguna brava a encontrarme con Gabi y con Hele, con Jere, que estaban ahí en una quinta. Y parecía que se terminaba literalmente el mundo y nunca le había prestado atención al atardecer desde la 3 de Abril, porque siempre me pareció una avenida horrible. Siempre pienso que sería lo peor que me puede llegar a pasar morir en la Avenida 3 de Abril. Y que, como el mundo parecía que se terminaba con el atardecer, pensé: bueno, por lo menos voy a grabar esto.
11.
6 de agosto de 2020. 22:46 Un poco lo que recuerdo de la puesta de sol correntina, o por lo menos la experiencia en el cuerpo que me deja, o me dejó la puesta del sol ahí en Arazaty, tiene mucho que ver con cierto ritmo de río, con cierta luz también. Y recuerdo particularmente dos tardes, dos atardeceres que fueron importantes para mi en los últimos tiempos. Uno fue cuando recién volví de Uruguay. Estaba buscando trabajo y re en la lona y en una de esas tardes me fui a caminar y me fui a la punta San Sebastián y veía unos pescadores, una tarde de invierno. Había unos pescadores en la orilla que habían hecho como un huequito al costado de donde estaban pescando. Y era como, en ese momento lo vi como un “pequeño calabozo” para peces. Lo que pescaban lo sacaban ahí un rato y después recién como que les cortaban la cabeza y eso, pero primero los ponían ahí. Y más allá de esa escena que puede verse como un poco violenta o no sé… era como una actividad que ellos parecían disfrutar y estaban como re tranquis ahí. En ese momento empecé a escribir un poema y veía cómo los pescadores movían su cuerpo, como cañas prácticamente, ellos también se movían como cañas. Después también tengo muy vívida la sensación de la luz, el reflejo de la luz. Del río como ese reflejo, como una textura gigantesca que impacta así sobre el cuerpo. Y estar ahí y sentir esa brisita. Como que en el atardecer o cerca del río se sabe que está más fresco y siempre se está por debajo de la temperatura habitual ahí en el río. Como sentir el viento o sentir el viento, el olor a río, a pez. Y sobre todo como una experiencia abrumadora para mí. Es mucha, mucha información todo ese brillo que tiene el río, me sobrepasa a veces. Y otra que fue hace poco que fue en enero, que fue la última vez que vi el atardecer correntino, de haber también visto todos esos matices de rosas y violetas y naranjas que se amontonan ahí a esa hora tan particular, que será no sé tipo seis, siete de la tarde. Que es como en esa hora que se pone todo súper naranja, violáceo y toda la mezcolanza ahí muy linda. Y me acuerdo de haber estado ahí, y me acuerdo de haber estado agradecida de estar ahí, y de sentir el agua tibia, porque a mi me gusta mucho meterme al agua de noche, y estar ahí en el agua y esperar la noche y esperar que y ver mientras esperaba todo ese show hermoso de violetas y rosas y luces. Y también sentir como me lleva la corriente, es como muy propio de este río también. Es tan ancho, tan inmenso. Tiene una fuerza que no la he visto en otros. Porque tiene como una fuerza horizontal, como una línea horizontal que va, no como el mar que te viene encima, sino al contrario, el río te lleva. No te embiste, te lleva. Vos entrás y te vas en su dirección.
12.
14 de julio de 2020. 17:26 Pienso en la coincidencia de que justo la parte del río que tenemos en Corrientes permita ver el atardecer. Pensaba eso, que lo tenemos tan incorporado. ¿Qué pasaría si el río quedase para el otro lado? Que diferente serían los atardeceres. También siento que suspiro y no sé bien por qué suspiro, si es por la belleza, o es como la belleza de algo que finaliza. Es una belleza que llega a un fin, o una belleza que se transforma. Y cuando estoy en otro lugar viendo otros atardeceres, estoy en cierta forma como estableciendo diferencias con respecto a los tonos del “rosadear” correntino. Un poco como pensar cuál es esa… (que es muy difícil expresarlo en palabras) cual es la verdad de ese “rosadear” correntino.
13.
14 de julio de 2020. 20:06 Estoy parado sobre el antiguo lecho de un riachito, hoy es una calle, anteriormente fueron caminitos intrincados de una villa de asentamiento. Hoy llamada "barrios populares". En ese ocaso antes había un monte, un río, luego casuchas de latas, de madera, laberintos que iban de aquí para allá, que no llevaban a ningún lugar o llevaban a un lugar tan simple. Ahora hay una calle, hay una vivienda, hay un orden. Un orden al desorden. Queriendo construir algo se destruyen otras cosas. El ocaso me genera eso, siempre que entro a la barriada y veo ese horizonte, justamente hacia donde se esconde el sol, donde se va a ver pernoctar o amanecer, vaya a saber dónde va don Elio, pasa eso. Una barriada, un camino, varios caminos. Lo de antes, que fue, lo de hoy que es, lo de mañana, qué será?. Todo cambia, todo transcurre, y vuelve a empezar otro día y se genera devuelta este ciclo, volver a empezar. Nada es permanente. Y también llama a la reflexión cuando el atardecer va cayendo de qué es lo que hicimos en el día, cómo lo aprovechamos, ¿no?. Viste esos mandatos “aprovechaste el día, no lo aprovechaste” qué hiciste. A veces uno se mazoquea con esos mandatos sociales o personales. Y la noche que va asomando, que incita a hacer otras cosas, a cambiar de ritmo, a encontrarse o desencontrarse, vaya a saber. Y también la esperanza. ¿Saldrá mañana el sol? ¿Lo volveré a ver? Volveré a ver este atardecer o no? ¿Qué pasará? La vida queda en suspenso, para de vuelta volver a arrancar, posiblemente. Y en esta vida que queda en suspenso por la noche, siempre también pienso, al menos de mi parte, de todos los miedos que tenemos como humanidad. Por algo los zombies andan clásicamente los zombies andan de noche, los fantasmas andan de noche, don Drácula aparece de noche, o los vampiros, como uno le quiera llamar. Acá en la región el lobizón. Aparecen de noche, entonces la noche para muchas personas genera una inseguridad. El ocaso es la puerta al futuro de la inseguridad. De la no vida, y la vida de los no vivientes que se van asomando, que te amenazan, que te quitan esa seguridad que te dio el día, que te dio la luz, que te dio el calor del sol. Y la noche tiene sus encantos. Viendo desde otra perspectivas hay noches con luna, con estrellas, nubosas, vaya a saber.
14.
5 de julio de 2020. 11:59 De un lado tenía la luna que estaba saliendo (que si mi cámara tuviese un poco más de definición se veía como naranja y se veían los cráteres) y del otro lado iba cayendo el sol y se ponía el día violeta. Era una hermosura.
15.

about

Archivo de voces cercanas narrando impresiones y reflexiones en torno al atardecer en distintos puntos de la provincia de Corrientes durante el aislamiento social producto de la pandemia civid-19, entre julio y agosto de 2020.

En cada track se pueden leer las transcripciones de los audios.

credits

released October 1, 2021

Juana Inés Jantus, Loli Macías, Marina Arce, Nadia Frías, Fernanda Toccalino, Gabriela Cabral, Agustina Wetzel, Carlos lescano, Blas Aparecido, Lucía Sbardella, Joaquín Pedretti, Silvana Sanauria, Maia Navas, José Manuel Mazzanti e Inés Rossetti.

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látigx Corrientes, Argentina

a.k.a. Julia Rossetti
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